sábado, 12 de enero de 2008

LA ESENCIA

El otro día iba por la calle y vi a una mujer que era idéntica a otra que conozco. Físicamente no se parecían en nada, pero aquella mujer tenía la esencia de la otra. Sus gestos, su sonrisa. Sí, sí, eso, pero no sólo eso. Algo difícil de explicar ¿Me entienden? Claro que me entienden, lo han vivido decenas de veces. Era ella, mucho más de lo que puede ser, por ejemplo, una hermana, aun siendo esta una hermana gemela. Esa mujer le había robado el alma a mi amiga.
Todos tenemos un doble por ahí, paseando por las calles de alguna ciudad. Nosotros nunca lo conoceremos, porque siempre son los demás los que descubren el asombroso parecido; la esencia. Y si lo llegásemos a conocer seriamos incapaces de ver lo que ven los otros en él. Por eso, ante la evidencia, siempre respondemos ofendidos: <<¿Pero qué dices?, si no se parece en nada a mí>>, prueba de que el autoconocimiento completo es una quimera.
Nuestros dobles, zombis que descubrimos cruzando un semáforo o sentados en los bares, son toda una lección de teatro. Esa esencia que los hace idénticos a alguien que conocemos es la misma esencia con la que se construye un personaje. Por eso podemos ser (y digo ser, no parecer) atractivos en el escenario aunque seamos feos, o ser un mafioso a pesar de nuestra cara angelical. Por eso, porque no los imitó sino que captó su esencia, Fontserè, el actor de Els Joglars, pudo ser Dalí, Pla y Pujol, sin parecerse físicamente a ninguno de ellos.
Por el mismo motivo que yo no dejaba de ver a Javier Bardem imitando a Ramón Sampedro en Mar adentro, aunque fuera una gran imitación. Se parecía mucho, pero no era él.
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La esencia del que escribe
Al contrario de lo que normalmente se dice, a no ser que uno escriba un diario o unas memorias (y aun así), lo escrito dice poco de la esencia de la persona que escribe. Sea porque exorciza los demonios, con lo cual el escritor queda libre de ellos, sea por todo lo contrario, la persona siempre queda oculta entre las palabras.
Claro que, quizás lo escrito sea en realidad el doble del escritor. Como el asesino en serie al que todos sus vecinos consideraban una buena persona.

3 comentarios:

niobe dijo...

Jamás he creido en las autobiografías, porque no dejan ver lo que tu llamas "la esencia" del biografiado, sino lo que el quiere que veamos.
Claro que tampoco creo en las biografías porque nadie por mucho que investigue puede conocer realmente cómo un personaje era y sentía en realidad.

Anónimo dijo...

Ayer tuve en las manos un libro de Maria Zambrano y decia algo asi como "hay cosas que no se pueden decir, esas cosas son las que se tienen que escribir"

Anónimo dijo...

Hay cosas que no se pueden decir , a veces hay cosas que mejor no decir en nombre de la "esencia", de la "verdad" o del sentir.Quizá duelen menos si se escriben y no se dicen , en mi opinión