
Resulta que 40 años después de que Augusto Boal lo utilizara, ahora una panda de ¿actores? ¿chiflados¿ ¿caraduras? ¿geniales? ¿pelotudos?: los ImproEverywhere, han llevado su TEATRO INVISIBLE hasta Nueva York.
Han puesto de acuerdo a un montón de personas y han protagonizado varias acciones sorprendentes. En una de ellas 200 participantes se quedan congelados, de repente, en la estación central de Nueva York, en otra, muy divertida, los clientes de una cafetería comprueban, atónitos, como los empleados y otros clientes comienzan a improvisar una escena musical. No sé si llamar a eso teatro y es una chorrada monumental, si ustedes quieren, aunque yo pagaría por encontrarme, de repente, ahí en medio y verlo todo con la misma cara de incredulidad y maravilla que siempre me han provocado los musicales cuando un señor, sin ton ni son, se pone a cantar y toda una ciudad suspende lo que está haciendo para bailar como una posesa.
Hay quien encontrará la comparación con Augusto Boal un sacrilegio, pero la técnica en realidad es la misma.
Evidentemente, la filosofía que está detrás de estas acciones es muy diferente. Augusto Boal desarrolló el teatro del invisible como una técnica más de su Teatro del Oprimido y como medio para hacer acciones reivindicativas.
Aunque a veces el llamado teatro social se utiliza demasiado alegremente. Entre las acciones juerguistas y gamberras de los estadounidenses, que de momento sólo tienen el ánimo de hacer pasar un rato divertido a la gente, o acciones de teatro invisible como este, que juegan a hacer investigación antropológica de la mala, haciendo juicios de valor sobre los pobres espectadores de su broma de mal gusto, me quedo con los ImproEvery.
Al menos los ociosos de Every no juegan a dar lecciones a nadie.