miércoles, 12 de diciembre de 2007

LOS OTROS

El drama de la pobreza
He vuelto a ver Las uvas de la ira, la película de John Ford, basada en la novela de Steinbeck. Sigue explicando mejor que cualquier documental de hoy en día los problemas que tienen las personas que emigran a otro lugar en busca de una vida mejor. En la peli no hay coartadas culturales, ni teorías sobre el Otro, es el hombre blanco americano enfrentado entre sí por un pedazo de tierra y pan. La ausencia de un Estado fuerte (Estado del bienestar le llamaríamos más tarde) que compense las desigualdades y regule el mercado de trabajo, hace florecer a empresarios sin escrúpulos, mercado negro y prácticas esclavistas. Y lo que es peor, deja un campo abonado para los prejuicios o el racismo haciendo que los pobres vean un enemigo de la competencia en su semejante. Es Estados Unidos, años 30, pero los problemas de Tom Joad (Henry Fonda) y su familia en California, la tierra prometida, nos resultan muy familiares.


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Apuntes para una teoría sobre leer en el tren (4)
Un periódico, a primera vista, puede parecer ideal para leer en el tren, pero deberán tenerse en cuenta sus medidas. Me explicaré. En casi todos los trenes que conozco, uno de los dos brazos del asiento (el del centro, que corresponde al brazo derecho o izquierdo del viajero, según el asiento que ocupe este) ha de ser compartido. Esto ya de por sí es un engorro, porque obliga a un incómodo contacto, normalmente a la altura del codo, con un acompañante al que no conocemos de nada. Ganar la posición y poner el brazo en el respaldo central antes de que lo haga tu compañero de compartimento requiere una habilidad estratégica solo al alcance de viajeros muy avezados.

El problema se agrava en el caso de leer un periódico. Por dos motivos: Si nos apoyamos en el respaldo estaremos invadiendo el espacio que corresponde a nuestro acompañante, pero si evitamos apoyarnos en el brazo del asiento tendremos que leerlo contando solo con el reducido espacio de nuestro cubículo. En esas circunstancias deberemos leer el periódico con media abertura, lo cual dificulta la lectura, sobre todo de aquellas frases más cercanas al pliegue central del periódico.

También podríamos plegarlo sobre si mismo para convertirlo en una única página, pero tendremos sumo cuidado en hacer este movimiento sin molestar, una vez más, a nuestro impaciente vecino (se conocen asesinatos en la historia por menos motivos que este).

Si, pese a ello, se insiste en leer el periódico, se ruega evitar encarecidamente La Vanguardia, un periódico ideal por su tamaño para secar suelos, pero no para leer en un tren.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tiene toda la razón. Llevado al extremo en mi barrio donde crecí toda la bruticia de nuestro portal del edifico era achacado a los vecinos, a los chavales de los ortos portales, en fin "foraters vindran que de casa ens trauran"

Danihell dijo...

Hablando tambien de pobreza se encuentra "la Mamma" de Mario Puzo, narra de manera muy descriptiva la forma de vida y de de pensar de los italianos recien emigrados a USA.