viernes, 14 de diciembre de 2007

MITOS DE UN DIOS MENOR

Bukowski bebía en sus recitales de poesía para parecerse al escritor maldito que todos esperaban que fuera.
Jon Lee Anderson cuenta, en su extraordinaria biografía sobre el Che Guevara, cómo este mataba a sus prisioneros de un tiro en la cabeza con la frialdad de un vulgar asesino.
De Zapatero se sabrá que derrochaba el agua del grifo y se dejaba las luces encendidas, y de Aznar que solo le dejaron poner los pies encima de aquella mesa porque segundos antes acababan de pasar una fregona.

Las biografías ponen a los mitos en su sitio. Aunque sus obras, para orgullo de unos y desgracia de otros, resulten inamovibles.
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ESCRITORES DESLENGUADOS

Decía el gran Stephen Vizincey que el mejor escritor francés era Shakespeare en francés.
A mi me gustaría dominar el inglés para, entre otras cosas, releer a Shakespeare en su idioma. Anda que si entendiera el inglés hubiera yo leído Hamlet en la lengua de Cervantes.
Siempre supe que me perdía cosas de Dostoievski, Kundera o Allan Poe, aunque el traductor de este último fuese nada menos que Cortázar.
Por eso me alegro de tener el privilegio de haber leído a Quim Monzó o Josep Pla en catalán.

Ahora he visto en las librerías la traducción al catalán de Cien años de soledad. Por lo que yo sé ha sido debido al interés del propio Gabriel García Márquez. Creo que me lo compraré. Tengo curiosidad por ver como suenan las correrías de la familia Buendía en mi otra lengua propia.

También me pregunto quién (aparte de Joel Joan ) querrá leer por primera vez Cent anys de solitud pudiendo hacerlo en la lengua de Gabo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El gran Buko va acabar molt malametn però és el rei.

felicitats pel blog

Natalia Book dijo...

Cierto. No hay nada como leer en la lengua original. Yo lo suelo hacer en inglés y, por ejemplo, cuando la leímos en nuestro club, encontramos referencias de palabras en Lolita que no se reflejaban en la traducción y eran muy importantes en la historia. Es sólo un ejemplo y una anecdota.
A mi también me gustaría saber ruso para leer a Dosto.
Es inevitable, la misma palabra no suena igual en diferentes idiomas. La traducción es un mal menor.
Y de poesía ya ni hablamos. ¿Y el cine? Siempre las mismas voces. Que desastre!!!
Saludos

niobe dijo...

Tienes toda la razón.
La mejor manera de impregnarte de una obra es leerla en el idioma que está escrito.
En mis clases de filología recuerdo el placer que suponia leer a Homero o a Plauto en su lengua, la magia de ir descubriendo en cada frase lo que ellos querían transmitir. Y también por eso, porque no todos podemos dominar mil lenguas, no debemos menospreciar el trabajo de un traductor, en mi opinión poco valorado, porque gracias a sus conocimientos podemos acceder a obras escritas en multitud de lenguas