sábado, 1 de marzo de 2008

TEATRO SOCIAL: ¿ TEATRO DEL PUEBLO O TEATRO DEL PODER?

¿Han visto Noviembre, de Achero Mañas? Inspirado en parte por aquella película, estoy escribiendo un artículo que describe algunos de los problemas del teatro social.En los últimos tiempos he dirigido y coordinado proyectos de teatro social (también conocido como teatro del oprimido) en ayuntamientos de la comarca de La Selva, en Cataluña, y ahora mismo estoy metido, como actor, en un interesante trabajo para un ayuntamiento del Vallés Oriental, donde trataremos el tema de la mujer y la conciliación laboral y familiar.

No explicaré aquí las bondades del teatro social, un concepto por lo demás muy amplio, que para eso está la Wikipedia. Obviamente, si propongo proyectos de este tipo y participo en ellos es porque creo que son propuestas válidas y muy interesantes. Pero no es oro todo lo que reluce. En general solemos ser poco críticos con proyectos artísticos de contenido social, ya sean de cine, fotografía, teatro, etc. simplemente por las bondades que se les supone. Para entendernos, si una peli es mala pero trata un tema considerado "social", como puede ser los malos tratos, la anorexia, o la inmigración, decimos eso tan sobado e irritante de que es una "película necesaria" y nos quedamos tan anchos.

Pero yo no soy persona de entusiasmo fácil. Normalmente sospecho de lo que necesita apellidarse "social" para obtener un valor añadido.

Así que , aquí van algunas objeciones:

1. En muchas de las propuestas (¿obras?) que he visto de teatro social el contenido de las escenas tenía una pretensión moralizante. Los grupos que las llevaban a cabo proponían escenas sacadas de un mundo estereotipado e ingenuo (del tipo: mujer buena/hombre malo, obrero bueno/empresario explotador) y ofrecían en un mismo pack, a veces de manera implícita, el conflicto y su solución. Solución claro que forma parte de un discurso que suele moverse entre lo políticamente correcto y lo kumba. Obviando que el mejor teatro no es el que nos ofrece soluciones, sino el que sabe reflejar un mundo caótico con el cual podamos conocernos un poco más. Por eso David Mamet ha criticado siempre el teatro de "contenido social".

2. La mayoría de propuestas escénicas que he podido ver en los últimos años son de una calidad interpretativa ínfima. No me refiero al momento en que puede participar el público, por supuesto. Bajo la excusa de que lo que importa es el fondo y no la forma, o el proceso y no el resultado, se descuida la parte creativa y actoral. Tal vez se asiste a un interesante debate (que no siempre es mérito del grupo teatral que lo propone), pero uno sale con la sensación de que eso que ha visto, ese puñado de actores vociferantes, no es teatro ni nada que se le parezca. Porque una cosa es reconocer que los objetivos y el formato no es el habitual, y otra muy distinta pensar que no es necesaria la rigurosidad y la verdad de una buena actuación. ¿El teatro social y el buen teatro son incompatibles? Algunos actores profesionales que conozco defienden cierta chapuza, despreciando totalmente al público que viene a verlos, amparados, como ya digo, en las buenas intenciones que se les suponen.
Este es un problema muy importante para el desarrollo de un teatro social de calidad. Habría que preguntarse, como mínimo, si el teatro social es teatro o es sólo una herramienta pedagógica. O si puede ser las dos cosas. O cuando es uno y cuando es la otra.

3. Otro de los peligros del teatro social actual es que acabe traicionando al padre (Augusto Boal). Porque bajo la apariencia de teatro transgresor y del pueblo, el teatro social suele acabar alineándose con el poder (no olvidemos que la mayoría de proyectos que se desarrollan son encargos de ayuntamientos, consejos comarcales, etc.). Si no se defiende una absoluta libertad creativa, se acaba transmitiendo el mensaje que se dicta desde el poder, con "la mejor de las intenciones", eso sí. No es que eso sea negativo en si mismo, es sólo que la pretensión del poder, normalmente, no es dar la palabra al que no la tiene, sino domesticarlo.

4.El teatro social parte de una premisa que es falsa: la de que el público que asiste a un espectáculo de teatro convencional es un público pasivo, en contraposición al público de un espectáculo de teatro social, por el hecho de que este último participa activamente.
Como si leer a Kapuscinski en el sofá, o ver una obra de Els Joglars, no fuese tan o más subversivo que participar en una sesión de teatro Fórum.

...continuará.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas apreciaciones. Eso que dices de lo social es muy cierto.
Felicidades por el blog.

Esteruca dijo...

Estoy totalmente de acuerdo. Una buena obra ha ser el resultado equilibrado de forma y fondo. El acierto en uno de ellos no ha de disculpar los déficits en el otro.
Saludos escarlatas

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Me han gustado tus reflexiones, que dan para un libro entero. En efecto, bajo el concepto de teatro social se suele esconder mucho teatro moralizante de baja calidad. El teatro social puede abarcar desde la propaganda, la intervención hasta el simbolismo universal. La calidad suele estar marcada por la tesis. Pero no siempre.
Saludos.