Dice David Mamet que la interpretación no tiene nada que ver con la emoción sino con la acción. Tiene razón, el actor sólo da vida al personaje, pero las emociones tienen o no tienen lugar entre el público, y es algo que el actor no puede controlar.
Algunos espectadores nos han dicho que se emocionan en el momento de la carta, ( pero, ¿cómo? ¿aún no han visto la obra?), otros con la escena de Luisito. Creo que se refieren a los momentos más "dramáticos" de la obra, aunque seguro que podrían identificar otras emociones diferentes dependiendo de la escena. Curioso esto del teatro, tan incontrolable. Curiosa la emoción, tan intransferible, que suele aparecer, la puñetera, cuando menos se busca.
Hasta el 18 de diciembre, en Nules, no volvemos a los escenarios, pero la Factoría no para. Damos retoques al dossier de la compañía, nos comunicamos con nuestros amigos de Facebook (ya somos más de 400), actualizamos el blog o cerramos acuerdos de actuaciones. Y entre tanto, aunque la gira de Educador social en Alaska no ha hecho más que comenzar, empezamos a darle vueltas al siguiente espectáculo.
El teatro es un oficio artesanal y esta parte, la de convertir poco a poco lo que sólo son conversaciones, ideas, lecturas, sugerencias, borradores, imágenes sueltas, y escritos varios, en un proyecto listo para ofrecer al público, es la que más me gusta.
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